Coffee Break con Eduardo Suller

Resumen

Con 47 años, lleva 30 emprendiendo. Creó 3 empresas relacionadas con la domótica e inmótica, alcanzando una facturación total estimada de veintinueve millones de euros. El total de personal contratado superó las cien personas.

En el año 1993 creó un sistema de control del entorno por voz, para personas parapléjicas; se implantó en el hospital de Toledo. Ese mismo año empezó a diseñar y desarrollar edificios inteligentes, modelos constructivos totalmente novedosos desde el concepto de automatización. 

Posteriormente el Museo Gugghenheim de Bilbao contrató sus servicios; por tanto tenía que desplazarse desde Madrid, con una situación económica inestable, propia de los inicios de su andadura empresarial; nos explicó que no podía ir por carreteras de peaje, viéndose obligado a realizar largos trayectos por vías secundarias, mientras buscaba afanosamente el lado positivo de las cosas, y disfrutaba los hermosos paisajes del norte de España.

Tras un recuento de las dificultades que atravesó para implantar su sistema inteligente; una trayectoria profesional rica en experiencias y anécdotas; refirió sus muchos avatares, cómo llegó a conocer y disfrutar todas las marcas de sopas de sobre del mercado y finalmente, después de tantos sacrificios consiguió una reunión con el entonces ministro de industria, turismo y comercio, toda una hazaña.

La ilusión fue lo que le mantuvo activo y entusiasmado aún en los peores escenarios y las más duras condiciones económicas y personales.

Con emoción recordó que uno de sus mejores días fue cuando contrató a su primer trabajador.

Eduardo asegura que la competencia es lo mejor que puede pasarte; creer en uno mismo y en tu proyecto, guiarte por tu instinto, ser constante, tener una gran capacidad de recuperación, tener paciencia, sacrificio personal, no esperar nada a cambio, son las claves para el éxito.

\»El coste de equivocarse es mil veces menor que el coste de no hacer nada\» repitió. Aprender en cada caída (van a ser muchas), no lamentarse (no hay tiempo) y perseverar en el intento es la base de un buen emprendedor.

Debemos entender que las tres principales etapas de la persona emprendedora son: primero imaginar, después creer y al fin arrancar, y que la meta siempre está lejos, pero que finalmente cuando el proyecto cuaja (3-5 años) todo habrá valido la pena”. 

“Somos el motor de este país, los emprendedores somos la industria de este país” aseguró Eduardo Suller.

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